
Indice
Si alguna vez te has parado en la orilla de la playa, con el salitre en la cara y el sonido de las olas rompiendo de fondo, y has pensado: «Ojalá hubiera empezado esto hace 20 años», déjame decirte algo importante: te estás equivocando de planteamiento.
Existe un mito muy extendido que nos hace creer que el surf es territorio exclusivo de jóvenes veinteañeros con cuerpos esculpidos y bronceados de revista. Nada más lejos de la realidad. El surf no es solo un deporte de acción; es una conexión con la naturaleza, una terapia de movimiento y, sobre todo, una actividad increíblemente adaptable.
En mi experiencia en el agua, he visto a niños de 4 años riendo mientras se deslizan en la espuma y a personas de 70 años cogiendo olas con una elegancia que muchos jóvenes envidiarían. La pregunta no debería ser si tienes edad para surfear, sino cómo debemos adaptar el surf a tu edad.
En este artículo vamos a derribar barreras mentales. Vamos a explorar por qué el surf es una de las pocas actividades físicas que te puede acompañar durante toda la vida y qué consideraciones debes tener en cuenta según tu etapa vital.
Vamos a ser directos: no hay una fecha de caducidad para entrar al agua. El surf es un deporte apto para todas las edades, desde niños pequeños hasta adultos mayores. Lo que cambia no es la posibilidad de hacerlo, sino la intensidad, el tipo de olas que buscamos y el material que utilizamos.
La clave del éxito y de la longevidad en este deporte radica en adaptar la enseñanza y el equipo a las capacidades individuales. Un niño tiene una flexibilidad envidiable y un centro de gravedad bajo, pero poca fuerza de remada. Un adulto mayor puede tener menos explosividad, pero una lectura del mar y una paciencia que son oro puro.
Por ello, se recomienda encarecidamente recibir instrucción profesional para empezar de forma segura. El «házlo tú mismo» en el surf puede ser frustrante y peligroso, pero con la guía adecuada, la curva de aprendizaje se suaviza y se hace accesible para cualquiera. El surf es, en esencia, deslizamiento, y la gravedad funciona igual para todos, tengas 8 u 80 años.
Aunque el objetivo es el mismo (disfrutar de la ola), el camino varía según el momento de la vida en el que te encuentres. Vamos a desglosar cómo se aborda el aprendizaje en diferentes franjas de edad.
El cerebro de un niño es una esponja y su capacidad motora está en pleno desarrollo. Niños pueden comenzar a familiarizarse con el mar y la tabla desde edades muy tempranas, a partir de los 3 o 4 años. Sin embargo, a esta edad no hablamos de «clases de surf» técnicas, sino de juego.
De 3 a 7 años: El objetivo es la confianza acuática. Se trata de jugar en la orilla, subirles a la tabla (tandem con el monitor o los padres) y que asocien el mar con diversión, nunca con miedo. Todo debe realizarse en entornos controlados y con supervisión constante.
A partir de los 8 años: Esta es la edad recomendada para clases estructuradas. Aquí, los niños ya han desarrollado una mayor coordinación motora y tienen la fuerza suficiente para manejar su propia tabla (generalmente de espuma y gran volumen) en el agua. Entienden mejor las instrucciones de seguridad y pueden empezar a leer el mar.
Lo maravilloso de los niños es su falta de miedo al ridículo. Se caen, se ríen y se vuelven a subir. Esa plasticidad les permite aprender el equilibrio de forma instintiva, mucho más rápido que la mayoría de los adultos.
Aquí es donde surgen las dudas, y donde más me gusta insistir: es totalmente posible empezar a surfear en cualquier momento de la vida, incluso con 40, 50 o 60 años.
El adulto llega al surf con otras herramientas. Quizás no tengas la flexibilidad de goma de tu infancia, pero tienes disciplina, entiendes la biomecánica si te la explican bien y, sobre todo, tienes determinación.
Hay muchos adultos mayores que siguen disfrutando del surf adaptando su equipo y estilo de vida a las olas más pequeñas. De hecho, es una de las mejores formas de mantenerse activo. Al surfear, trabajas el equilibrio (propiocepción), la fuerza del tren superior (remada) y la capacidad cardiovascular, todo ello con un impacto articular mucho menor que correr sobre asfalto, siempre que elijamos las condiciones adecuadas.
Es frecuente ver a personas que, tras jubilarse, deciden que es su momento. Y lo logran. Empiezan en la espuma, pasan a olas verdes suaves (olas sin romper) y acaban convirtiendo el baño matutino en su ritual sagrado. Si estás en esta etapa y tienes dudas, te animo a probar unas clases de surf en tenerife para principiantes, donde verás que los grupos suelen ser muy heterogéneos y que la edad deja de importar en cuanto te pones el neopreno.
Para que la experiencia sea positiva y, sobre todo, duradera en el tiempo, hay ciertos pilares que no podemos ignorar. El surf es divertido, pero el océano exige respeto.
No me cansaré de repetirlo: es fundamental aprender con un instructor titulado que adapte la enseñanza a las capacidades del alumno. Un buen profesor no enseña igual a un adolescente cargado de testosterona que a una persona de 55 años que busca mejorar su salud.
La escuela surf tenerife que elijas debe priorizar la seguridad y la confianza por encima de todo. Esto implica elegir la playa adecuada para tu nivel, explicarte los protocolos de seguridad (cómo caer, cómo protegerte la cabeza, cómo evitar corrientes) y estar a tu lado en el agua. La confianza se construye ola a ola, y sentirte seguro es el primer paso para disfrutar.
El ego es el peor enemigo del surfista, especialmente a medida que cumplimos años. Olvida las tablas cortas y finas que ves en las competiciones. A medida que se avanza en edad, se pueden utilizar tablas más grandes y estables para facilitar el aprendizaje y el equilibrio.
El volumen es vida: Una tabla con mucho volumen (litros) flota más. Esto significa que necesitas remar menos para coger la ola y que la tabla es mucho más estable cuando te pones de pie.
Softboards (Corchopanes): Son tablas de material blando. Son imprescindibles para empezar a cualquier edad, pero para adultos y niños son vitales porque eliminan el riesgo de golpes duros con la propia tabla.
Longboard: Para los adultos mayores, el Longboard (tablón) es la modalidad reina. Permite un surf elegante, fluido y relajado, sin la exigencia física explosiva de la tabla corta.
El surf es exigente. Si se busca una alternativa de bajo impacto o una forma de entrenar los días que no hay olas (o los días que el mar está demasiado grande), el paddle surf (Stand Up Paddle) puede ser una excelente opción para iniciarse.
El SUP te permite trabajar el equilibrio y el «core» (zona abdominal y lumbar) de una forma muy similar al surf, pero de manera más controlada. Además, practicar natación, yoga o pilates te dará ese extra de movilidad y capacidad pulmonar que notarás muchísimo cuando entres al agua a coger olas.
A lo largo de los años, he escuchado estas preguntas cientos de veces. Vamos a responderlas con honestidad.
La respuesta corta es: nunca. He tenido alumnos de 70 años poniéndose de pie por primera vez. La respuesta larga es: depende de tu estado físico y tus expectativas. Si con 60 años esperas hacer aéreos y maniobras radicales, quizás llegues tarde. Pero si tu objetivo es deslizarte, sentir la energía del mar y divertirte, no hay límite. Mientras tengas movilidad básica y puedas nadar, puedes surfear.
El surf tiene una curva de aprendizaje lenta al principio. Generalmente, en unas 3 a 5 clases, una persona promedio consigue ponerse de pie en la espuma y recorrer unos metros.
Sin embargo, para empezar a ir al pico y coger olas «verdes» (sin romper), se requiere más tiempo y constancia. Aquí es donde la inmersión total marca la diferencia. Participar en un SURF CAMP EN TENERIFE puede acelerar este proceso exponencialmente. Al convivir con el mar 24/7 y tener clases diarias, el cuerpo asimila los movimientos mucho más rápido que si vas solo una vez al mes. En una semana intensiva, el progreso suele ser equivalente a meses de práctica esporádica.
Rotundamente sí. De hecho, el surf a los 60 tiene ventajas. A esta edad, solemos ser más pacientes y selectivos. No remamos a lo loco a por todas las olas, sino que elegimos mejor. Físicamente, es un «elixir de juventud». Mantiene las articulaciones lubricadas, la espalda fuerte y la mente despejada. Eso sí, es vital realizar un buen calentamiento antes de entrar y estirar bien al salir para cuidar la musculatura.
Aunque es menos común ver iniciación a esta edad, existen surfistas octogenarios en todo el mundo (especialmente en lugares como Hawái o California) que siguen entrando al agua a diario. Para empezar a los 80, se requeriría una condición física saludable y condiciones de mar muy suaves y controladas, probablemente con asistencia de un monitor en todo momento. Pero como actividad de contacto con el mar y deslizamiento suave (incluso tumbado o de rodillas), es posible y beneficioso.
Es excelente, siempre que se practique con sentido común.
Salud Mental: El contacto con el agua fría y la naturaleza reduce el estrés y la ansiedad (Efecto «Blue Mind»).
Salud Cardiovascular: La remada es un ejercicio aeróbico fantástico.
Coordinación: Obliga al cerebro a trabajar constantemente para mantener el equilibrio, lo cual es crucial para prevenir caídas en la vida diaria a medida que envejecemos.
Socialización: El surf crea comunidad. Compartir olas y charlas en el pico evita el aislamiento social.
El océano no te pide el carnet de identidad antes de enviarte una ola. No le importa si tienes 15 o 55 años; solo le importa si estás en el lugar correcto, en el momento adecuado y con la actitud precisa.
Dejar de hacer cosas que nos ilusionan por pensar que «ya se nos pasó el arroz» es un error que no te puedes permitir. Tenerife y las Islas Canarias ofrecen unas condiciones privilegiadas (temperatura del agua agradable todo el año, variedad de olas) que facilitan enormemente el aprendizaje a cualquier edad, haciendo que la experiencia sea mucho más amable que en aguas frías y hostiles.
Si tienes el gusanillo, hazlo. Busca una escuela profesional, coge una tabla grande, respeta tus propios ritmos y, sobre todo, diviértete. Porque al final del día, el mejor surfista del agua no es el que hace la maniobra más espectacular, ni el más joven; el mejor surfista es, invariablemente, el que más se está divirtiendo.
¿Te animas a probar? El mar te está esperando

Escrito por Jorge anchústegui, profesor profesional de surf.